De estilo arquitectónico Mudéjar, fue construida entre los años 1367 y 1420.
Construida junto al castillo de la villa, la iglesia de San Félix llama la atención por su potente volumen que corona el casco urbano y convierte al edificio en el elemento identitario de la localidad.
El espacio interior constituye, junto al de la iglesia de la Virgen de Tobed declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en el año 2001, el paradigma de espacio religioso mudéjar único en el mundo, acentuado por la decoración en yeso existente en ventanales y óculos de iluminación, la decoración pintada y agramilada que cubre muros y bóvedas, y el magnífico alfarje que sustenta el coro. Un interior que además atesora un impresionante patrimonio mueble de distintas épocas y estilos y entre las que destacan especialmente los retablos góticos ubicados en la cabecera que dota al edificio de una personalidad impactante. El austero exterior reserva la decoración a la fachada occidental y las dos torres que la flanquean llamando especialmente la atención el tipo ornamental cuyos precedentes los encontramos en el arte cordobés y en la Aljafería de Zaragoza, igualmente Patrimonio Mundial Unesco.
La primera noticia de su construcción data de 1367, momento en el que se insta a la edificación de una nueva iglesia para sustituir a la antigua destruida en la guerra de los dos Pedro. Coincide con el mandato de los obispos de Tarazona don Pedro Pérez Calvillo y don Juan de Valtierra, cuyas heráldicas ostentan lugares visibles en el magnífico interior del edificio.
El edificio sigue la tipología más característica de las iglesias mudéjares aragonesas de una sola nave, testero recto y capillas abiertas entre torres contrafuerte sobre las cuales corre un camino de ronda abierto al exterior dotando al edificio de un fuerte carácter militar.
El presbiterio está conformado por tres capillas de planta cuadrada, las cuales se abren a la nave central a través de tres arcos apuntados. La nave única cuenta con tres tramos cubiertos por bóveda de crucería simple, estos tramos se encuentras separados por tres tramos de dimensiones más cortas cubiertos con bóveda de cañón apuntado, que se proyectan en los contrafuertes. Las bóvedas de crucería se encuentran rematadas por dos claves, un pinjante de mocárabes, influencia del más destacado en la iglesia de Virgen de Tobed, y un disco plano con un escudo de campo gótico y sobre él una torre (emblema de Torralba de Ribota).
Las capillas laterales, entre los contrafuertes, están cubiertas con bóveda de crucería simple, menos la del tramo de los pies que se encuentra cubierta con bóveda de cañón apuntado. En el aspecto de la decoración, el exterior de la iglesia de San Félix destaca por su sobriedad enfatizando el valor ornamental del ladrillo en el hastial de los pies y en las dos torres que lo flanquean, y utilizando un modelo muy poco habitual de lazo cuadrado que tiene precedentes en el arte cordobés y en la Aljafería,
Por el contrario, es en la decoración mural interior dónde el modelo ornamental se despliega en toda su diversidad. Cubierta con morteros de yeso trabajados con técnicas de agramilados y policromados, el espacio destaca por las diferentes embocaduras de los vanos, los cuales responden a una disposición similar a los de Tobed, a diferencia de la presencia de un solo vano en el presbiterio de esta iglesia en Torralba de Ribota, relacionando el diseño directamente con el de la iglesia de las Santas Justa y Rufina de Maluenda.
A los pies de la iglesia, a modo de coro alto, se conserva un magnífico alfarje de madera policromada de grandes dimensiones sostenido por tres arcos sobre columnas de orden toscano. El espacio arquitectónico se presenta de manera magistral como el paradigma de la fusión de estilos al conservar en su interior numerosas obras de arte mueble de distintas épocas y estilos, de escultura, pintura y orfebrería, entre las que destacan especialmente las de los siglos XIV y XV y que se ubican en las tres capillas de la cabecera.
En definitiva nos encontramos un edificio único y singular que, aunque sin confirmar enlaza con los dos maestros clave de la época, Mahoma Calahorri y Mahoma Rami, ofreciéndonos una experiencia patrimonial que nos traslada directamente al siglo XIV.